lunes, 19 de julio de 2010

Buscando una luna.

Hay un momento en la vida de todo hombre que necesita comprarse un pato.
Es eso o tener un hijo, las ventajas del pato es que no necesitas autorización, permiso y constancia de otra parte.
La desventaja es que el pato caga y ensucia toda la vida.
No crean que es otra de esas ocurrencias que se me ocurren un sábado en pedo, y se me olvida con la resaca dominguera, no, yo soy un hombre de patos tener.
En mi casa aparentemente habría un cementerio de animales bastante extenso con lo cual me da miedo excavar la tierra para plantar marihuana o buscar lombrices, pues siempre tengo la angustiosa sensación que voy a desenterrar una mascota por error.
Son traumas que uno tiene que sobrellevar pero yo le esquivo perfectamente a los traumas y responsabilidades, por suerte la parte jardinera es atendida por mama y no por mi.
Mi casa antes constaba de una manzana entera, con jardines, huertas, un molino, y hasta una casa aparte para los sirvientes, obviamente cuando llegue al mundo, ya habían vendido tres cuarto de la casa, despedido los empleados y dilapidado la guita en travestis, inversiones innecesarias, y donaciones a la iglesia.
Exacto, los Arata en algún momento de la historia Sanvicentina tuvieron plata, poder y mujeres, ahora sin embargo encuentran la degradación total con un Arata sin plata ni poder, ni trabajo ni mujeres, y ni siquiera un molino para contemplar sus astas una mañana de invierno.
Pero algo no cambio en la familia Arata y es el uso recreativo de mascotas para felicidad y regocijo propio, perros, gallinas, conejos, gatos, loros, cotorras, caballos, cobayos, hamsters, y hasta una garza, si leyó bien una garza, corretearon por los extensos metros del jardin.
Obviamente muchos animales tuvieron su muerte natural y feliz, sin embargo otros optaron por dejar una marca negra en la familia que perseguiría por años la mente de los aratenses.
Las gallinas terminaron en puchero en época de crisis, los loros fueron dados en adopción por ser “intolerables por sus gritos y por haber atacado ferozmente a miembros de la familia” los conejos han tenido muertes horribles y dolorosas por envenenamientos propicios de plantas venenosas, e inclusive la garza fue ferozmente atacado por piedras por algún desalmado que en un ataque de envidia por no contar con una garza propio en su casa.
Sin embargo los que peor suerte pasaron fueron los patos y eso es algo que aun día me  perturba el alma, no solo tuve que ser testigo de cómo un perro mataba a mi pato Lucas, sacándole un ojo para afuera (quizás sea un dato menor, pero ustedes no vivieron el momento en que un perro le saca un ojo para afuera a un pato y créanme son experiencias que a uno lo marcan de por vida) los otros dos patos que tuve misteriosamente desaparecieron de un día para el otro, aunque de misterioso no tiene nada, la realidad es que algún sorete salto el paredón me afano los patos y se los ceno a la  naranja y esas son cosas que uno en la vida no logra sobreponerse del todo.
Entiendo que tener un pato no es fácil, más que nada porque cagan en todos lados, pero eso queda opacado por sus caminatas graciosas, su plumaje dócil, su colita agradable y sus “cuac cuac” cuando los bañas en una bañera.
Cualquiera se siente feliz cuando al llegar a su casa el perro le hace una fiesta y le mueve enérgicamente la cola, pero sépanlo, que un pato lo reciban es mucho mas gratificante.
La cola de un pato solo es superada por la cola de un chancho.
Es así amigos, cuando uno se encuentra solo, necesita una mascota, actualmente tengo un gato que me tiene miedo, otro que me mira mal, una perra que me ladra, otra que tiene artrosis, y dos perros que me mean diariamente la moto, llego el momento de adquirir una pero no termino de decidirme, por lo pronto espero propuestas para la nueva mascota aratense.

Chandler y Joey tuvieron un pato.
Y fueron felices, apelare a la misma técnica


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Arata Martin.