miércoles, 17 de febrero de 2010

Volver a cursar.

Soy un hombre que le gusta llevar al fin todos sus actos, algo que empiezo hacer difícilmente lo corte a la mitad, ya sea tomando mate, mirando una película, peleando en una gresca barrial, o bailando un perreo sensual.
Sin embargo una asignatura pendiente vuelve a retomar fuerzas, la de tomar y terminar un curso.
Me gusta tomar cursos, me siento como un universitario, despliego mis hojas de apuntes en el subte y finjo estar repasando algún practico, me gusta porque no me piden el titulo de secundaria, me gusta porque pagando lo terminas, me gustan porque son una mentira mas para mi currículo y me gusta porque hay opciones de coger.
El problema es que siempre elijo cursos para hombres, y hombres nerds encima.
Hice 3 cursos en mi vida, los 3 sobre computación, no termine ninguno, entre en trabajos ajenos a la computación, no cogi nunca, y termine gastando plata que podría haber sido invertida en putas y alcohol.
El primero muy de pibe, dentro de un colectivo, sin aire acondicionado, y con nula capacitación técnica.
El segundo gracias a la seducción de una rubia promotora en la calle florida, que me insistió 3 minutos para que tome dicho curso, “alfabetización computacional en el barrio de once”, el titulo no es muy llamativo que digamos y a uno le es fácil imaginarse un instituto caído a pedazos, lleno de peruanos, computadoras  con Windows 98, olor a mandarina, y docentes alcohólicos.
Obviamente era así. Pero lo tome igual. Me gusto la sensación de ser un Bill Gates en medio de tanta ignorancia informatica.
Gracias a este curso aprendí a escribir un texto en Word, dibujar una casa en paint, y copiar celdas en el Excel.
Me sentía un retardado, pagando por algo que sabia hacer hasta mi mama, pero peor me sentí cuando en un examen de 10 preguntas, le pifie en dos. No se si fue la presión extranjera, la inviolable seguridad con la que me sentía, o que las preguntas eran tan pelotudas que terminaron por confundirme.
El tema es que Raúl un peruano, que trabajaba en un supermercado chino se saco un diez. Me deprimí y abandone.
El tercer y ultimo curso fue en el instituto tecnológico argentino (ITA) con sede en la plata, para la cual esta vez opte por Técnico de redes, un curso de un año, con una cuota bastante salada, en un instituto con sala de estar, televisión Lcd, y baños pulcros y limpios.
Debo aclarar que esta vez me volví a sentir pozo de otro charco, la cara de nerds, estudiosos y adinerados compañeros me hicieron sentir un peruano discriminado.
Nunca pude entablar una conversación decente, nunca pude entender como funcionaban las redes, nunca pude pagar la cuota en termino, nunca supe que mierda era el sistema Osi, y nunca entendí que hacia los sábados a las ocho de la mañana con resaca y sueño en la Terminal de ómnibus esperando que se haga la hora de entrar.
De los tres me llevo un recuerdo amargo.
Y una experiencia divina, nunca más optare por realizar un curso de computación.

Ahora tengo otros cursos en vista, muy probablemente vuelva optar por computación, ya que soy pelotudo y no aprendo más, y si no algún curso de fotografía, esos me los imagino, lleno de minas, desnudos artísticos y sexo en la sala de revelado.

 Niños peruanos.
Peru tiene aguante nos quiso ayudar mas de una vez.
Siempre los ignoramos.


MUNDO ARATA :::: El blog que le cabe a la gente piola.

2 comentarios:

  1. "El tema es que Raúl un peruano, que trabajaba en un supermercado chino se saco un diez. Me deprimí y abandone". JAJAJAJAJAJA Sólo eso.
    Saludos che!

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Gracias por comentar en el blog.
Los mensajes que hagan alucion a discriminacion, racismo, sexismo o fundamentalismo religioso, tambien seran bienvenidos, pero trata de no colocar tu verdadero nombre.

Arata Martin.